¿Cuánto cuesta decepcionarse?

En los últimos tres años, un diagnósco me enseñó que lo único que tenemos realmente en está vida es tiempo, y lo que parece una aventura trepidante, me ha llevado a pasar está aventura, llena de miedos, que en ocasiones, o los he vivido sola, o cercana a quienes han querido estar a mi lado.

Suena curioso hablar así, cuando he estado rodeada de gente increíble, de gente que parecía poder confiar, pero que, con el paso del tiempo, todo se ha quedado en un pasado, que ya no un presente, y lo presente, parece estar a punto de coger un camino, sino diferente al mio, con dispares que juntaron en un momento, en cualquier momento, amistades, nuevos proyectos, comienzos, y aunque me he equivocado a grandes rasgos, tengo algo en mí, que jamás volverá a ser igual, y eso se llama decepción, porque en muy poco tiempo, me he decepcionado de todo lo que creía que no podía volver a ocurrir, porqué no decidí tener un bicho, que me acompañe cada día.

Puede

Parece común, de palabra barata, asimétrica como una mirada que engancha, porque emborracharse de vida, es tener el punto de partida de que la existencia no es más que un chupito de cruda realidad reflejada en una mezcla semi-uniforme, obligada a describir la única razón del ¿por qué no vale la pena?.

Normalmente, todo empieza como acaba, pues el destino no es nada más que el reflejo de nuestra propia voluntad, el principio y el final de un día menos, porque simplemente con chascar dos dedos, podría parecer ser suficiente, chascar un pensamiento que evite describir cualquier lamento, camuflando entre los silencios más puros, la sensación de que mi propia historia es mi falacia consentida, valer por lo que se ofrece, es el desinterés de lo que dejó de existir, donde la vida no es nada más que toda una sucesión de desgracias con un puñado de grietas de vivencias descontroladas.

Cuestión de tiempo

Después de unos cuantos meses sin siquiera entrar por aquí, me he dispuesto a sentarme en mi rincón de paz, tras el fondo de una noche de lluvía y tormenta;  me encantan este tipo de noches, cuando todo el mundo duerme, y yo, cómo de costumbre, soy incapaz de conciliar el sueño tratanto de pasar las horas de la mejor manera posible, especialmente leyendo y pensando, pensando y leyendo.

Llevo un par de días, que parece que las cosas pasan porqué sí, estoy deseando que el reloj se detenga, o que al menos, mi reloj se detenga, que el instante se pase y el siguiente nunca llegue, desearía no mirar a los ojos a nadie, para no reflejarme en su miedo, porque desde hace bastante tiempo, es lo único que veo a través de las palabras de mi circulo más cerrado, incluso de las conversaciones y los pensamientos, esos que parezco envolver en mi puzzle y meterme en el interior del miedo, porque si el tiempo continua su curso, es muy posible que no vuelta más allá que en mi propia imaginación.