Pagando el peaje

Hace apenas un par de horas que hemos llegado a Madrid, y la verdad es que venía sin apenas ganas de volver, pero con el interés, de reencontrarme con algunos de los mios. Sin embargo, las caras lo decían todo, y mis ganas de comerme el mundo, poco a poco fueron debilitándose.

El llegar a casa de mis suegros, no fue más allá, que un aliciente de calma, pero con la sensación de sentirme cómo un pantalón que alguién dejó tirado en el sofá hace cinco días atrás, y así continua, no por falta de voluntad, sino por carecer de las fuerzas necesarías para tener iniciativa, más cuando, las pocas fuerzas con las que me he venido, se han empezado a caer de golpe, al verme de cruces ante semejante cantidad de papeles, que me enumera cada punto que se olvidó contarme, aún así, puedo darme cuenta, que ya dejé de tener miedo, y eso que soy consciente, que en cualquier momento, cualquier persona, puede estar escribiendo las últimas página de su vida, la mía, sin más, es un día a día, sin pensar en el mañana.

Mierda para unos pocos

Estoy experimentando la más exagerada expresión de la crueldad humana, a las tantas de la madrugada, cómo si estuviera esperando pasar un tren con pasajeros carroñeros sedientos de poder, y estos, mirándome atonitos, con sonrisa de "está vez sí".

En mi interior, se está desarrollando una batalla que no tienen nada que ver con mi lucha diria, o al menos, es lo que creo, y es que luchar contra una cierta clase de "personas" sin saber muy bien los resultados, no tiene mucho sentido, es un sin sentido, de ver cómo se tiran de los pelos unos a otros sin remilgos de ningún tipo.

Parada en boxes

Últimamente, paso los días que parecen haber dejado de tener nombre e incluso el número que le corresponde del mes; de momento, a está hora de la mañana, deberia estar preparándome para marchar al pasillo que tanta rabia le tengo, aunque todavía tengo un tiempo, así pues, los días que parecen ser mejores, son los regulares, no hay lugar para un buen día, porque las náuseas de seguir superan todo lo que vendrá en un mismo día, así pues, pasar un día regular, es sin duda, que no va más allá de la tensión emocional, aunque hace tiempo, que dejó de preocuparme en exceso sin evitar cada día, que aunque parezca que no me preocupan las cosas, no es así, porque si lo hacen... ver a mi gente, que poco a poco, se van callendo, y no poder hacer apenas nada, me presagia el desastre por el que pasan...

Entre chute y chute, calma

Mi vida, parece que va a empezar a recuperarse con normalidad, mientras que todo esto empezó, he tenido la oportunidad de aprender muchisimo, elaborando una receta tras otra en mi olla particular, ahora bien, siempre a fuego lento, porque sin duda alguna, mi vida, se resume en estos meses, con el sosiego, la calma, la paciencia, y cuantos adjetivos parecidos podría añadir, entre ellos, hasta el miedo, pues, sigue sin dejar de mecer mis traumas más profundos.

¿Qué debería hacer ahora?

Quizá, es un buen momento para plantearme la tetrica cuestión que ronda mi cabeza; ¿qué debería hacer ahora?. Desde hace unos meses, poco a poco me he islado del mundo, sin apenas haberme dado cuenta, sin apenas hablar claro a nadie, salvo a mi misma, ya que jamás voy encontra de mis propios principios, así cómo de mi misma, he intentado, luchar con normalidad, en contra de todo lo que me he ido encontrado en este camino pedregoso.

De profesión - Paciente Gilipollas

Está es mi nueva especialidad, y no me refiero sólo al sentido más cercano de la palabra sino, también a la casualidad que se refiere.

Durante todos estos meses, estoy haciendo un máster en mi nueva dedicación, para afrontar en las mejores condiciones las largas horas de espera ante las puertas la sala de los eternos olvidados, e incluso, en las colas de tráfico cuando tengo que ir en coche, pero hoy, sin embargo, tengo unas vistas monumentales desde aquí, ayer, fue un día la madr de ajetreado, pegarme el madrugón, para coger camino desde Castellón a Valencia, en Valencia, coger el ave para ir a Madrid, y por la tarde, desde Barajas hasta Miami y desde Miami a Houston, vamos, todo el puñetero día viajando, para ser la hora que es, y no poder dormirme más que nada, porque estoy de los nervios, en unas horas, tengo que hacerle una visita a quien va a ser parte de mi absurda gilipollez, pues a veces remar en la batalla del vivir es sin más malgastar la poca munición que me pueda quedar, pero bueno, saltar y olvidar acaba siendo mi aliado, aunque hipoteticamente no me deja dormir, por lo cual, ni saltar ni olvidar.

Podando modales

Hoy, cuando he salido de la morada de los olvidados, me encontré con mi descabellado pensamiento envuelto a escala de una producción del ser humano, permitiéndome a mi creencia escéntrica, disfrutar de los payasos que rodean a los olvidados. Parecen figuras a las que podarles los modales con frecuencia, y quizá, las piernas, la lengua y el bigote si lo tuvieran.

Nos pasamos la vida rompiendo, a díario, con lo que más queremos, rompemos con nosotros mismos cada día cuando nos levántamos, en cambio, la morada de los olvidados, se abandonan a las confortables sábanas de una cama que sólo tiene en contra su imposibilidad para pagaruna hipoteca, desafortunadamente, es una hipoteca sin precio, únicamente tiene cómo precio, la vida, parece paradójico.