El día, francamente, no importa, tampoco importa la hora, cualquier momento es irrelevante, realmente, lo que menos importa, es el momento, no díficil pararse a comprobarlo, basta con pararse y ver que lo que más se tiene, es tiempo, un tiempo que a duras penas, podemos destinar a hacer algo, porque no hay mucho que hacer, el día a día transcurre entre las bambalinas de mi casa, como si de los aposentos de la parte de atrás de un escenario se tratase, y si bien es cierto, es que este tema, podría regalarme horas de escritura, pero hoy no es el momento para escribir sobre eso; lo que hoy me importa, es una historia, es una busqueda muy común en los tiempos que corren, pues también es compleja, pues si se piensa se ha vuelto cotidiano y no deja de sorprender.
Los días se sitúan en ondas cálidas que agobia a la población porque no hace otra cosa, que seguir adaptándose, que son como los errores que acaban bajo el brazo al terminar el día, en los apuntes de una agenda o en un post it, que más donde quede, al fin y al cabo, el lugar, también es lo de menos.
El lugar, tampoco es mucho más sorpréndete que la búsqueda, porque sea cual sea la hora, es común buscar un lugar... hoy, en cambio, la búsqueda se situa en algo más especial, en alguién cuyos sueños rotos y promesas olvidadas que lo delaten trás una mirada triste, que detrpás de una sonrisa fingida con la que denota mediocridad, que de no sonréir, nuestro fracasdo, lloraría.
El día, empieza a terminarse, el reloj, sigue su curso, de manera cruel y poco amable, pero la búsqueda, todavía continúa, se hace larga, inquieta, dando paso a la impaciencia que con su aparición de manera callada, pero mi fracasado, sigue sin aparecer, por lo que la impaciencia me empieza a dar señales para analizar a cualquier candidato, casí que ya deja de importar la perfección, tan solo importa encontrar a ese alguién, para no convertirnos en ese alguién que estamos buscando.
Empieza a apararecer nuestra aliada, la esperanza, esa que situl mente, nos manda esa señal, de interacción como si de un semáforo se tratase mostrándome a nuestro sútil candidato; está sentado, desanimado, parado y desencajado, levanta la mirada, regalando una mirada, y bien, allí está no necesito ver más, es él, mi búsqueda, ha terminado.
Nadice dice nada, es la perfección de fracasado, mi esperanza está en silencio, estoy atonita, no sé que decir, vuelvo en sí, se rompe mi frágil admiración y empiezo mi investigación.
Mi fracasado mira con cautela, recorre el lugar con la mirada, pero parado e inquieto fija su mirada, en una mujer, no mayor de 25 años, según puedo apreciar aunque deja de mirarla pensando que para él, es una diosa, imposible de alcanzar, aunque su vida, no es mucho mejor que la de nuestro fracasado, y por fin, su mirada vuelve al punto de partida.
Se levanta, y mira sigilosamente con una sonrisa a una señora mayor que a la que le cautiva esa mirada, de la misma manera que lo ha echo conmigo, puedo ver el llanto contenido de esos ojos contenido por la sonrisa fingida, pero ya está acostumbrado, la indiferencia se ha vuelto monotona en su día a día.
Nuestro fracasado, se dirigue a su casa sigilosamente, aunque, con la indiferencia que le caracteriza quienes le rodean, de todas manera, no hay horarios, nadie le espera, pues su monotonia le castiga con logevidad esparciendose por su existencia, sin poderlo cambiar.
Empieza mi camino, mi parada está a punto de hacer fruto del éxito, voy lentamente tras mi fracasado, mi investigación, todavía no ha terminado, la espera ha merecido la pena, pero no puedo alertar a mi fracasado, de hacerlo, se pondría en alerta pudiendo así romper su frágil estabilidad emocional.
De tanta gente que ha pasado en el punto de partida de mi investigación, solamente esté fracasdo, tuve el éxito esperado, solamente a él, le regalé mi atención, aun habiedno mucho más candidatos dignos de ser analizados.
Mi fracasado sigue su camino, pero a mí, ya me da igual, ya sé donde encontrarle, cada día, a la misma hora, iré con el recuerdo de mi mente, en busca de su mirada con la que me regale una sonrisa fingida, mientras tanto, mi historia del fracasdo llega a su fín, con la inocencia de una segunda entrega en la que relatar la transacción de un nuevo fracasado, ¿qué nos regalará?
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