
Repasando los años de la vida, hasta el punto de media el amor por el sufrimiento causado en vez de por el gozo, la nostalgía hace pensar y darse cuenta hasta que punto resistió sin romperse, o sencillamente ¿era ya un juguete roto?, o quizás peor ¿tuvo un corazón duro?, solamente sabia en que se había convertido, en alguien que circunscribia su vida a lo que amó, indiferentemente a la edad, a la torpe cuenta del tiempo y las huellas marchitadas.
Recodaba siempre el amor antropófago que sintió, la codicia, porque lo único que le distinguia del grosor del mundo, es que el amor le cambió, por eso, su vida estuvo transtornada y sus constumbres también, por eso, el recuerdo le asaltaba con cada amanecer y en cada uno de sus sueños, se le hacian presentes momentos en que tocaba su cielo con las manos, en que esa mirada le transmitia mucho más que belleza, porque después del arco iris, todo era gris, por esos los recuerdos son como eslabones de una cadena, la cadena perpetúa del recuerdo, donde un eslabón roto no importa demasiado, porque el corazón y la memoria se detuvieron.
Siempre hubo algo que recordaba era el placer de pedir lo imposible sin que resultara demasiado ni excesivo ya que sintió que la eternidad era como un cachorro a los pies de cualquiera, recodando la sencilla felicidad de sus despertares con el mundo, regalándole cualquier momento, como si de un pan recien hecho se tratase, solamente recordaba alegría y felicidad, por la alegría recordaba y perdiéndose no alegra, ya que es como un plato frío que al día siguiente testifica el calor de la cena...

Todo era perfecto, dentro de su temperatura, su color y su hora, pero el corazón y la memoría se detuvieron junto con el rostro de quien un día rió a su lado, tendido, con aparatos encendidos por todas partes, junto a él, cada anochecer viene a visitarle y le recuerda, que eran algo más que dos y que hoy está solo, resucitando cada instante en la memoria mientras ve su vida y su desprendimiento y siente dentro de él la vertigionisidad de quien se despeña por un precipio o huye de un peligro infinito.
Por eso, despertarse cada día con el sabor, con su olor y en su ritina la imagen de sus ojos gris azulado siendo tan corporea sus imagen que se sorprende hablándole y diciéndole "anoche soñe contigo y le veia sonriendo con el misterio como si todavia estuviera"
Llegado a ese punto, se sentía en la difusa frontera de la locura y la cordura; que dificil es pasar página.
Las mañanas se cubren de hiel, cuanta falta le hace su sonrisa, era como escalar y sentirse en la cima del mundo pero, cada paso, es una pizca hacia la eternidad.
Ahora es como un principe destronado que un día pudo reinar y no lo hizo, es un sentimiendo de exilamiento, superviviente al azar, incluso si tuvo algún buen momento, creo que no supo disfrutarlo por temor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario