El zoo humano

Sin duda, ayer fue un día de esos que no se olvidan. Si echo la mira atrás de todo lo que he olvidado, lo que recuerdo y lo que me recuerdan, han habido pocos con tanta emoción como este, y ninguno de este estilo, alegre y doloroso a la vez.

A pesar de saber lo que me esperaba, no está siendo tarea fácil sobrellevar los efectos secundarios que está dejando mi estado; no porque sean más duros a nivel físico, que lo son, sino por el desgaste psicológico que me está dejando todo lo que me está pasando, la necesidad de querer sentime libre de agujas y radiación pero que sin embargo, mi cuerpo no hace otra cosa que recordarme constantemente, que me encuentro con un montón de averias. Aún así, me libré de las náuseas, pero el resto de síntomas continúan, el cansancio que me recuerda "el tienes que tomarte las cosas con calma", las llagas que no cesan de recordarme "de los purés y liquidos no te pases", el incansable acúfeno que me taladra constantemente los oídos, las digestiones pesadas y en ocasiones dolorosas, los sueños inquietos que me despiertan varías veces cada noche.

Sin embargo, a las nueve y cuarto de la mañana, sonaba el teléfono de mi hermano, para que fuesemos a recogerle, tenía unas horas para estar con nosotros, y a toda prisa, nos diriguimos a buscarle... Recogerle y de nuevo, a toda prisa salir del lugar para que los problemas no vinieran solos... sin duda, y aunque el tiempo no fuese precisamente el mejor de los días, ya que aparte de llover, hacer mal tiempo y demás, la compañía era no solamente agradable sino de las mejores, en mucho tiempo, al menos, del que yo recuerdo, no reía como ayer...

Ver salir a mi hermano del zoo humano, de la universidad del crimen, que me llena constantemente de rabía por la pesadumbre de la mentira que ha estado rodeando su vida, y que de la nada, lleno la mía de rabía, y aunque, ya he aprendido a vivir con el momento que nos ha tocado, cabe señalar, que ya va quedando menos, que la rabia acabará marchando y esas ansias de querer salir de aquí rumbo a Madrid, harán que si no olvidar, por lo menos, acoplar todo lo que he vivido en todo este tiempo, que ansio, si cabe, terminar de olvidar, quizá agradezco no acordarme de ciertas cosas, que por las circunstancias de la vida, he olvidado, y es precisamente, este y otras cuantas situaciones vividas en mi vida, pero sin duda alguna, no deja de ser frustante, hablar con la gente, y tener que decirles, refrescame la memoria, recuerdame... quien lo dice, y quien lo escucha, no tiene que ser tarea fácil y mucho menos, agradable...

Ayer, además, tuve un momento frustante, ir acompañada de uno de mis hermanos, mi novio, los padres de mi novio, para ver una competición en la que participaba mi sobrino, y al llegar, no ser capaz más que de sentarme, y quedarme quieta, mirándole como competía dando vueltas y más vueltas a un circuito, y rechazando con excusas a mi hermano sus peticiones de "alegrate, va primero", ignorante, de que solamente el estar allí me costaba un esfuerzo descomunal. Sentirme sin fuerzas para animar a mi sobrino es una sensación que no termino de digerir y que no se la recomiendo a nadie.

También, que creo que no se me va a olvidar jamás, mirar a mi hermano, concentrado haciendo fotos, ahí por donde ibamos con el frío sediento, viendo su mirada y la de mi novio, intuyendo que necesitaba que me sonriese. Casí pude sentir, el comienzo de todo el tiempo que llevabamos juntos, lejos de estás preocupaciones, con la mente llena de proyectos e ilusiones.

Sentada en el interior de mis pensamientos, me dolían los oídos del ruido del viento, escuchando las olas del mar que azotaba fuertemente contra las rocas, pues estuvimos en una de las playas con más encanto que he conocido jamás, "el roquero".
En ese momento, me parecía imposible, poder estar allí, con la piel erizada por la emoción de sentirme y estar con algunas de las personas más importantes de mi vida, aunque, faltasen algunas de esas otras personas también importantes...

Fueron pasando las horas, y las terribles doce de la noche, me recordaban que mi hermano tenía que volver al lugar del que salió casí que por sorpresa. Llegar a esa puerta que se abre y se cierra con un fuerte golpe, me recuerda que el momento se ha estropeado, aumentando el pitido hasta hacerme volver a mi casa, reculandome para hacer que se camuflase un poco con ese sonido que ni con el olvido, se ha ido de mi cabeza, el cierre de las puertas me atormentan mi existencia, huyendo de ellos, incluso con el leve sonido del abrir y cerrar la puerta de mi casa... no soporto el golpe de cuando se escapa la puerta y no da tiempo a cerrar con cuidado....

Hoy, he decidido descansar, con paciencia y despacio, puesto que las prisas, no son buenas compañeras, pero, una cosa es saberlo, y otra bien distinta, ser capaz de llevarlo a cabo, sin caer en la tentación de pisar el acelerador de vez en cuando, aún con el riesgo de recalentarse el motor.

...He tenido momentos de gloria y de barro,
sin embargo, otros, con una mezcla de ambos...

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